samedi 5 juillet 2008

Novela de memorias: un pedazo de mí

Novela de memorias: un pedazo de mí
Jorge Pinheiro – Extractos y entrevista con el autor


Omar L. DE BARROS FILHO
Traducido por Àlex Tarradellas. Revisado por Juan Vivanco


Quien, como yo, tuvo la oportunidad de conocer a Jorge Pinheiro durante su activa militancia socialista en la década de los 70, después del exilio en Argentina, Chile y Europa, se quedó sorprendido con los rumbos de su trayectoria posterior, tras la derrota de la dictadura y la consolidación democrática brasileña, aún en proceso. Lo normal sería que el talentoso periodista ocupara un cargo de importancia en los medios de comunicación tradicionales, o trabajara en alguna asesoría de comunicación del sector público o privado. Sin embargo, Jorge Pinheiro, un superviviente de la represión de la policía política de Brasil y del paredón de fusilamiento durante el golpe contra Allende, en Chile, optó por un camino distinto: se convirtió a la fe del cristianismo y adoptó la construcción de la Iglesia Baptista como su nuevo objetivo. Se doctoró en teología, escribió obras de temática religiosa, se volvió profesor y pastor. Ahora, al concluir el primer volumen de una trilogía en preparación –Novela de memórias: um pedaço de mim–, que será presentado por Eleva Cultural el próximo 31 de mayo en São Paulo, el científico de la religión, Jorge Pinheiro, abre una nueva etapa en su camino. Una inflexión que lo ha llevado a describir y reflexionar sobre la marcha de un militante marxista y sus camaradas por un continente sin rumbo, oprimido por regímenes arbitrarios, una América Latina injusta y violenta que, incluso así, ha sobrevivido a la sombra de las alas del cóndor.

Capítulo 1 – Yendo…

Rebeca quitó el pie del acelerador. El coche derrapó a un lado y chocó con fuerza en el barranco. Durante unos segunos ninguno de nosotros entendió lo que estaba sucediendo. Filemón tenía el rostro ensangrentado y el cuerpo anestesiado por el impacto. En el asiento de atrás, Yasmin y yo nos recuperamos rápidamente del susto y saltamos del coche. Entre los tres agarramos a Filemón por los brazos y lo arrastramos hacia fuera. Estaba demasiado pálido, color de cera, a no ser por el rojo que le escurría por la cara.

—Está muerto —dijo Rebeca.

—No, no lo está —respondió Yasmin.

Y se miraron una a otra, con una disputa de miradas que todo el mundo conocía muy bien. Se odiaban y nunca perdían la oportunidad de demostrarlo. Es absurdo, esas dos van a empezar a pelearse aquí, quién sabe si se van a enzarzar, a morderse, a mentarse la madre, yo qué sé, mientras Filemón se disipa en la sangre.

—Tiene un golpe en la cabeza. Si es algo muy grave, sólo lo sabremos después. Ahora no podemos llamar al médico.

Las dos me miraron como si estuvieran delante de un extraterrestre. Cogimos un trozo de estopa viejo y manchado de aceite, el único que había a mano, limpiamos la cabeza de Filemón y le hicimos un vendaje con unos trapos que estaban tirados en el fondo del coche, un Dauphine que servía para todo.

Reclinamos al chico en el barranco y, entonces, volvimos al mundo real. Eran las dos y media de la madrugada. Allí estábamos cuatro militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario con un coche lleno de armas, volcado junto a un barranco de la Rua Almirante Alexandrino, en Santa Teresa, Río de Janeiro. Mira que le había dicho a Rebeca que condujera con cuidado porque esos caminitos resbalaban. Cuidado con esa curva cercana al hospital alemán, cuidado. Pero quién dijo que Rebeca escuchaba. Siempre se consideraba una Mata Hari. Sólo que no usaba boquilla. Pero ¿será cierto que Mata Hari usaba boquilla o será una invención más de Hollywood?

—Estamos cerca de casa. A unos cincuenta metros. El problema es si pasa alguien.

Dominada la ira inoportuna, Yasmin se arregló la blusa y la minifalda, que se le había subido hasta la parte alta del muslo. Siempre combinaba el color de la minifalda con el de las bragas. Meneó la cabeza, se pasó la mano por el cabello, como si, de repente, se estuviera despertando para la vida.

—Pongámonos manos a la obra antes de que alguien nos vea.

Y una vez más los tres volvimos a trabajar juntos. Dimos la vuelta al coche, abracé a Filemón lo mejor que pude, agarrándolo como si fuera un borracho y lo arrastré hasta el edificio. Las dos mujeres, llenas de paquetes, intentaban andar deprisa delante de mí. No corrían. Las ametralladoras, aun desmontadas, eran bultos pesados. Lo que nos faltaba era que nos detuvieran ahora, después de un viaje tan largo.

Capítulo 15 – Ahumada con huérfanos
Escena Tres – Diálogo Tres

El hombre que fue baleado en el pecho, a quemarropa, que tiene la camisa y la parka verde oliva quemadas, continúa su historia. Todos escuchan en silencio.

El autobús de carabineros bloquea la calle sin salida. Empiezan a llegar tanques. Voy a intentar romper el cerco por la retaguardia. Hacemos explotar una pared y salimos por detrás. Estamos en San Joaquín, frente a la Coca Cola.

Ametrallan a León. Unos compañeros lo llevan de regreso a Indumet. Los carabineros invaden Indumet y fusilan a León y a dos obreros más.

Cruzamos San Joaquín y nos metemos en una calle al lado de la Coca Cola.

Nuestro comando ha llegado a La Legua. Un camión de carabineros ha intentado interceptarnos, pero hemos respondido con tiros de bazuca. El camión se ha incendiado. Cogemos todas sus armas y hemos dado un pequeño discurso exhortándoles a que luchen al lado del pueblo y no contra él.

Ocupamos la plaza de La Lengua. Tomamos un camión de bomberos, ponemos la sirena y pasamos de población en población llamando a la gente a que resista y defienda a su gobierno.

En La Legua dejamos a una compañera que estaba herida en el tobillo. Se ha quedado con algunos habitantes de una población y se ha salvado.

Llegamos a Sumar, que era uno de los lugares de concentración, según nuestro plan de resistencia. Varios compañeros estaban llegando de Tomás Moro. Uno de ellos con una camioneta llena de armas.

El compañero Lozada, de la comisión política, ha dirigido nuestra reorganización. Tenemos 200 hombres armados.

En esto nos ataca un helicóptero Puma del Ejército. Baja a la altura de las copas de los árboles y nos empieza a ametrallar. Unos cien compañeros responden inmediatamente. El Puma es alcanzado y se aleja con rapidez, mortalmente herido.

He pensado en derribarlo con un tiro de bazuca o de M60, pero ya no teníamos esas armas a mano. En medio de ese alboroto, recuerdo la frase del Che: «Si la revolución es verdadera, o se vence o se muere».

Para no ser un blanco fácil y concentrado, creamos un comando para que se una a los trabajadores de Mademsa-Madeco. He ido en ese comando.

En el camino, por La Legua, nos han atacado unidades de carabineros. Como la orden era llegar a Mademsa-Madeco, un grupo se ha quedado combatiendo, mientras otro, cerca de 50 compañeros, ha roto el cerco y ha seguido su camino.

Hemos llegado a nuestro destino y ahí hemos creado nuestra segunda defensa perimetral, con coches, radio y control de varias manzanas.

A las tres de la tarde me he reunido con el interventor de la fábrica, un compañero socialista. Hemos conseguido pan para los combatientes. Entonces la central de radio me ha informado de que hasta el momento no había habido ninguna comunicación de las regionales.

Los militares habían ocupado todas las radios.


A continuación, lea la entrevista de Jorge Pinheiro con Omar L. de Barros Filho, editor de ViaPolítica, sobre Novela de memórias: um pedaço de mim, en la que el autor discurre detalladamente sobre el libro y sobre las bases de su opción religiosa.

VP – Usted aún es joven. Los políticos, periodistas y escritores, en general, escriben sobre sus memorias ya tarde, cuando el ocaso se aproxima. ¿Por qué publica su libro ahora?

Jorge Pinheiro – Gracias por lo de joven. Tengo 63 años, con salud hasta ahora, pero 63 años nos llevan a pensar en el tránsito en dirección a la eternidad. Ya ha empezado la cuenta regresiva. Las ideas del libro parten de los factores, el papel de la utopía socialista en mi vida y los demonios que acosaron mi juventud.

En realidad, como novela de memorias, el libro tiene dos personajes: yo mismo y la utopía socialista. Cuando hablo de utopía no es para menospreciar el sueño del socialismo, sino para colocarlo en un nivel de realización permanente, histórica y transhistórica. O sea, veo el caminar permanente de la utopía, siento su olor agradable, pero no necesariamente voy a vivirla como desearía.

Y los demonios, siguiendo a Nietzsche, son los pecados de la juventud que se tornan virtud en la vejez. Son las pesadillas que andan siempre al lado de los sueños. En ese sentido, como cualquier texto biográfico, mi libro tiene la función de un exorcismo. Exorcizar a fantasmas y demonios y quedarse con la utopía generadora de nuevos sueños.

El libro es la primera parte de una trilogía esperada. Es mi historia y la historia de mi utopía, donde todo lo demás es escenario. Es biografía, pero también ficción, pues los sueños y demonios están personificados e interfieren en la vida del autor y de su sueño más grande.

VP - ¿Cuál es el periodo de su historia personal abarcado por la obra que en breve será publicada?

Jorge Pinheiro – La historia abarca de 1969 a 1973. O sea, mi militancia en el Movimiento Nacionalista Revolucionario/MNR, el primer exilio, la militancia en el Chile de Allende, la prisión después del golpe de Pinochet y la condena a fusilamiento.

Si tenemos en cuenta que me llevaron al paredón para fusilarme y hoy puedo contar la historia para ustedes, es fácil entender los demonios de mi vida personal.

VP - ¿Siente algún tipo de nostalgia del periodo marcado por la acción política del 68, 40 años después de lo ocurrido?

Jorge Pinheiro – Ustedes publicaron hace unas semanas un excelente artículo sobre Daniel Cohn-Bendit, en el que pide a las nuevas generaciones que olviden el Mayo francés [1]. Yo y mi mujer, Naira Carla Di Giuseppe Pinheiro dos Santos, hemos reflexionado bastante sobre esta cuestión y, a diferencia de Cohn-Bendit, no negamos la contemporaneidad de 1968. Al contrario, damos gracias a Dios por aquel «kairos», como esfuerzo de ruptura con una sociedad arcaica y sin sintonía con lo nuevo que se avecinaba, y de construcción de un socialismo democrático y revolucionario. Llamar el movimiento del 68 rebeldía juvenil es no entender la riqueza creativa del «kairos» histórico. Es negar las luchas que partieron de estudiantes y trabajadores de Francia en dirección a los Estados Unidos, Italia y Alemania, y desechar las luchas entre el capital y el trabajo, las guerras de Vietnam, Laos, Camboya y las insurrecciones populares en Chile, Portugal y Nicaragua.

No tengo nostalgia, porque no sitúo mi acción en el pasado, sino en el presente, como activista político-social que soy. El Mayo francés abrió un nuevo momento en la historia del planeta y no se limitó a Europa. Se expandió por el mundo. Y mi vida política, sea en Brasil, Chile, Argentina e incluso Europa, estuvo vinculada al Mayo francés. Desde pequeño aprendí que no se escupe en el plato en que se come. Creo que he progresado en relación con mi ingenuidad militante y juvenil, pero eso no significa negar los momentos nobles y poderosos de mi militancia en los años 60 y 70.

Mi conversión al cristianismo, que es un acto de fe en el sacrificio de Cristo, no implicó de ninguna manera un abandono de mi conciencia política. Nosotros, los baptistas, consideramos inalienable la libertad de conciencia y creemos que cada persona es libre ante Dios en todas las cuestiones de conciencia.

En ese sentido, soy un utópico: creo que debo partir de una ética de responsabilidad social. Eso implica entender la paradoja de la multicultura relacional brasileña: vivimos en un país donde impera la moral autoritaria del señor, de la casa grande y la senzala [2], y la moral libertaria de la contracultura –la moral del «no existe pecado por debajo del Ecuador/ vamos a hacer un pecado abierto, sudado, a todo vapor» [3].

Por eso, cualquier actuación en el campo social comporta comprender esta realidad. Sin embargo, consciente de que las sociedades deben organizarse a través de relaciones democráticas, considero que el reto de la Iglesia en América Latina es basar su compromiso en el imperativo protestante: libertad, conocimiento y justicia.

Tal proceso se expandirá conforme crezca la conciencia de que tenemos la tarea de transformar Brasil en un país donde todos puedan tener acceso a condiciones dignas de vida y justicia social. Y, lógicamente, todo el continente.

VP - ¿Cómo ocurrió el proceso vivido por usted –un militante marxista radical considerado peligroso por la dictadura brasileña- de ruptura con su política y el posterior encuentro con el cristianismo, la Iglesia Baptista y la teología? ¿Cómo lidia con esa cuestión hoy en día?

Jorge Pinheiro – Jesús proclamó la llegada del Reino de Dios, que es un reino de justicia, paz y alegría. Es bien cierto que, muchas veces, el cristianismo ha dejado la proclamación del Reino de Dios de lado y ha procurado vivir bajo la tutela del reino de este mundo. Sin embargo, sólo para demostrar la implicación cristiana protestante en la transformación del mundo, voy a remitirme a la historia de la militancia cristiana en la Inglaterra del siglo XVIII.

William Wilberforce y William Pitt son dos personajes conocidos en Inglaterra, pero no entre nosotros. Amigos desde la universidad, estos dos hombres, en el siglo XVIII, llegaron al Parlamento con poco más de veinte años. Pitt fue elegido primer ministro y se ganó el mote de «el Joven» para diferenciarlo de su padre, que también había ocupado el cargo. Decidió llevar adelante un proyecto político audaz: acabar con el tráfico de esclavos, liderado por Inglaterra. Un proyecto difícil, pues la mayoría de los parlamentarios estaba directa o indirectamente ligada al tráfico.

Pitt convocó a Wilberforce para ayudarlo en la tarea. Y fue así como dos movimientos marcaron a Inglaterra: la campaña contra la esclavitud, que empezó en 1789, con un discurso de William Wilberforce en la Cámara de los Comunes, y las campañas para las reformas laborales, que desembocaron en el movimiento social cristiano. El 23 de febrero de 1807 se suspendió el tráfico de esclavos, gracias a la militancia cristiana y política de Wilberforce.

A partir de ese momento, otro activista, Thomas Fowell Buxton, encabezó las campañas abolicionistas. Los dos, Wilberforce y Buxton, pertenecían a un pequeño grupo protestante surgido en la parroquia de Clapham, pueblecito distante a ocho kilómetros de Londres. De modo que la comunidad de Clapham, aliada con los grupos no conformistas, y a través de publicaciones, charlas y movilizaciones en la calle, fue responsable de algunas de las manifestaciones sociales más importantes de Inglaterra. El 25 de julio de 1833, la Ley de Emancipación liberó a los esclavos en todo el imperio británico.

El significado de esa acción repercutió en todo el mundo, incluso en el Imperio brasileño, estratégicamente ligado a Inglaterra, a través de tres intelectuales: Joaquim Tabuco, Rui Barbosa y Luiz Gama. Tabuco, que era diplomático, se inspiró en el cristianismo militante de Wiilberforce para organizar el movimiento que llevó a la monarquía brasileña a aprobar la Ley del Vientre. Sumada a la presión británica, la militancia de Tabuco contribuyó a la abolición de la esclavitud, en 1888.

Junto con las campañas abolicionistas, las reformas laborales movilizaron a otros intelectuales provenientes del anglicanismo, como John Malcom Ludlow (1821-1891), Charles Kingslev (1819-1875) y Thomas Hughes (1822-1896), que lucharon por el fin de la esclavitud, contra el trabajo infantil en las fábricas y por la jornada de diez horas. Esas movilizaciones conllevaron una amplia reforma social y el surgimiento del movimiento socialcristiano inglés.

Como vemos, los protestantes iniciaron el movimiento social inglés. Hombres como Ludlow, Kingslev, Maurice y Hughes crearon el socialismo cristiano en Inglaterra. Con plena conciencia de lo que estaban haciendo, Maurice proclamó «la necesidad de una reforma teológica inglesa, para evitar una revolución política y traer lo bueno que existe en las revoluciones extranjeras, que ha estado cada vez más grabado en mi pensamiento».

El movimiento inglés repercutió con fuerza en los Estados Unidos. A pesar de la visión esclavista de muchos protestantes estadounidenses, como Richard Furman, líder baptista de Carolina del Sur, que, en cierto modo, traducía el sentimiento generalizado entre los terratenientes del sur, en el norte surgió un fuerte movimiento protestante contra la esclavitud. Su primer gran activista fue Charles G. Finney, seguido por abolicionistas como Theeodore Weld y Liman Beecher.

Una novela marcará la campaña abolicionista y entrará en la historia de la literatura mundial: La cabaña del tío Tom, de Harriet Stowe. Con una lectura escatológica milenarista, Harriet Stowe consideraba que la esclavitud no era un pecado del Sur, sino que la culpa era nacional y, por eso, el juicio sería nacional.

En el libro, atacaba la conciencia nacional esclavista con la esperanza de que una purificación del alma de los Estados Unidos librara el cuerpo político de la venganza divina. Es interesante saber que el argumento de Wilberforce, expuesto en sus campañas, sobre la inviolabilidad del concepto de que todos los hombres son iguales, fue recogido por el presidente estadounidense Abraham Lincoln en la ley de 1863 que abolió la esclavitud en los Estados Unidos. Lincoln, cuyo mandato se desarrolló en medio de la Guerra de Secesión, compartía la visión de Wilberforce de que era una inmoralidad poseer a otro ser humano y citaba al inglés en sus discursos.

Con la guerra, llegó la victoria del Norte y la abolición de la esclavitud. Una vez abolida, la discusión sobre la industrialización del país, los daños humanos, miserias y exclusión que producía entraron en la orden del día. Surgieron los «protestantes públicos» que, al contrario de los «privatistas», hablaban de cristianismo social, evangelio social y servicio social. Exponentes de ese pensamiento fueron Washington Gladden, ministro congregacional de Ohio, el escritor Charles Sheldon, autor de una obra que llegó a ser famosa, En sus pasos, ¿Qué haría Jesús?, y el pastor baptista Walter Rauschenbusch.

Rauschenbusch (1861-1918) era de origen alemán. Planteó la cuestión del evangelio social, a partir de una lectura que combinaba la doctrina bíblica de la responsabilidad social y los socialistas utópicos. Defendió una democracia económica y política y propuso una actuación a través de los sindicatos.

«Nuestra economía política ha sido durante mucho tiempo el oráculo de un dios falso. Nos enseñaron a ver las cuestiones económicas desde el punto de vista de los bienes y no de los hombres. Nos contaron cómo la riqueza es producida y dividida y consumida por el hombre, y no cómo la vida y el desarrollo del hombre pueden mejorar y ser promovidos por la riqueza material. Es significativo que en la economía política se descuide la discusión del consumo de la riqueza, a pesar de que la cuestión humana es la más importante de todas. La teología debe ser cristocéntrica, pero la economía política debe volverse antropocéntrica. El hombre es cristianizado cuando pone a Dios por encima de sí mismo, la economía política será cristianizada cuando coloque al hombre por encima de la riqueza. Es eso lo que hace una economía política socialista», afirmó en Christianity and the social crisis.

En el mismo libro decía que

«nada dará a la clase trabajadora una comprensión más real de su condición de clase y de su objetivo final que la lucha permanente para conquistar sus reivindicaciones mínimas y para eliminar las presiones reaccionarias contra sus sindicatos. Nosotros partimos del principio de que una organización fraternal de la sociedad no tendrá fuerza si sólo es apoyada por idealistas. Ésta (la organización fraternal de la sociedad) necesita el sustento firme de la clase trabajadora, cuyo fruto económico depende del éxito de ese ideal. La clase trabajadora industrial es, consciente o inconscientemente, la fuerza para la realización de ese principio. Los que desean la victoria, desde un punto de vista religioso, tendrán que hacer una alianza con la clase trabajadora. Sin embargo, el principio protestante de la libertad religiosa y el principio democrático de la libertad política llevan a la victoria a través de la alianza de la clase media, que también desea la conquista del poder, con la clase trabajadora; de esa manera, el nuevo principio cristiano, que busca una organización fraternal de la sociedad, debe aliarse para una conquista que ambos quieren».

Creo que estoy en buena compañía, principalmente cuando recuerdo al compañero Martin Luther King Jr., pastor baptista, y uno de los mayores militantes de la causa social de todos los tiempos.

VP - ¿Cómo aparecen en el libro esa crisis y su superación? ¿La revolución y Cristo aún caminan juntos en América Latina? ¿Por qué?

Jorge Pinheiro – Hoy, en América Latina, muchos intelectuales, pastores y teólogos protestantes están organizados alrededor de proyectos sociopolíticos. Sin embargo, lógicamente, la primera preocupación de las iglesias protestantes es la vida espiritual de las personas y su renovación en Cristo. Hoy en día no son pocos los evangélicos que actúan inspirados en la fe cristiana en los movimientos populares, los sindicatos, los partidos políticos y los ministerios de acción social de sus iglesias. Y, en relación con nuestro país, actuar políticamente ya forma parte de la vida de los protestantes brasileños. En términos de organización, voy a hablar de los movimientos que, aunque sean nuevos, han fermentado positivamente el suelo militante evangelista. El primero es el movimiento de la Misión Integral, que procura implicar a las iglesias locales con el compromiso social. En la visión de la Misión Integral, de la cual formo parte y soy uno de sus muchos teóricos, la proclamación del Evangelio tiene consecuencias sociales cuando mira al ser humano como totalidad.

La teología de la Misión Integral busca la justicia social porque entiende la fe como intervención política, material y espiritual, y cree que la transformación de las personas y los cambios estructurales están relacionados.

Y porque creemos que el ser humano es la imagen de Dios, la Misión Integral es una teología para aquellos que carecen de bienes y posibilidades, pero que, como los demás, son imagen de Dios. Los desposeídos de bienes y posibilidades tienen conocimiento, habilidades y recursos. Tratarlos con respeto significa crear condiciones para que sean arquitectos del cambio en sus comunidades, en vez de imponer soluciones. Trabajar con los desposeídos y expropiados implica la construcción de relaciones que conducen a un cambio mutuo.

Para la Misión Integral, quienes pueden y deben actuar así son las iglesias. El futuro de la misión integral se define, pues, en términos de capacitar a las iglesias locales para que transformen las comunidades de las cuales forman parte. Las iglesias, como comunidades de cuidado e inclusión, son el centro de lo que significa hacer misión. Las personas, en particular, son atraídas a la comunidad cristiana antes de ser atraídas por el mensaje cristiano.

Esa manera de producir inclusión social nace de abajo, nace de las iglesias, traduce una teología del Reino de Dios, comunitaria, la experiencia de caminar con las comunidades. Vista así, la iglesia no es meramente una institución, sino una comunidad en la que se concretan los valores del Reino de Dios.

La participación de los desposeídos y expropiados en la vida de la iglesia lleva a encontrar nuevas maneras de ser iglesia en el contexto de la cultura brasileña. De esa manera, la Misión Integral, que hoy abarca centenas de iglesias evangelistas brasileñas, es una teología social. Tal actividad se amplía para incluir avances hasta la transformación de valores, la valoración de las comunidades y la cooperación en cuestiones de justicia. Con su presencia entre los desposeídos y expropiados, la iglesia está en una posición singular para restaurar la dignidad de las personas, presentando valores que producen recursos y crean redes de solidaridad.

Sin embargo, los problemas continúan presentes, por esto toda acción de transformación es permanente. Tenemos problemas políticos y sociales, como pobreza, violencia y corrupción. También son evidentes la mala calidad de los servicios públicos en el área de la educación y la sanidad y las agresiones contra el medio ambiente. Por eso, en un momento en que la visibilidad y el reconocimiento de la presencia protestante reclaman expresiones políticas de responsabilidad y servicio, nosotros, o sea, un grupo de evangelistas de iglesias diferentes y de diferentes partes de Brasil, estamos actuando en la construcción de un movimiento llamado Evangelistas por la Justicia.

Bien, debe estar pensando, ¿pero por qué dos movimientos: Misión Integral y Evangelistas por la Justicia? Considero que la Misión Integral, que hoy ya se estudia como materia en muchas facultades de teología, actúa a través de las iglesias sugiriendo programas y propuestas para que éstas actúen en los lugares donde están implantadas. Aquí, entonces, el agente es la iglesia local: agente de transformación social.

Si pasamos al caso de los Evangelistas por la Justicia deseamos tener en este primer momento una actuación concienciadora sobre los formadores de opinión del mundo protestante. Al mismo tiempo, tenemos una preocupación definitivamente política, pues queremos una sociedad distinta, que supere el capitalismo y sus orientaciones ideológicas, el neoliberalismo y las llamadas terceras vías, y que implicará contribuciones de dentro y fuera del campo protestante. Sin embargo, por encima de todo, no es un proyecto que implique la creación de un poder evangelista o apoyado en la religión.

Por eso, nosotros, los Evangelistas por la Justicia, rechazamos los modelos de fusión entre las instituciones religiosas y el poder económico. No porque consideremos que la política es indigna o contraria al mensaje del Reino de Dios, sino porque creemos que las instituciones políticas de una sociedad democrática deben ser construcciones históricas, pactadas entre personas de cualquier fe o de ninguna fe. A la vez, creemos que el papel de los cristianos es testificar su fe también en las cuestiones sociales y políticas.

Así, la lucha contra la globalización excluyente y sus formas de legitimación ideológicas, seculares y religiosas, conservadoras o progresistas, es un proyecto que exige estrategia histórica, que va más allá de las confesiones religiosas, que remite a la aspiración de una humanidad libre y democrática. Sin embargo, es un proyecto legítimo para los que ven la fe cristiana como una llamada al compromiso con la liberación de todas las formas de esclavitud, opresión y discriminación, que niegan en los seres humanos la imagen de Dios y nos impiden un encuentro con nuestro Creador. Es eso.

Notas del traductor:

[1] Puede consultar el artículo de Mário Maestri «Cohn-Bendit pide disculpas» en español en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?lg=es&reference=4931

[2] Pinheiro hace referencia a la novela de Gilberto Freyre Casa grande y senzala. Existen dos ediciones en español del libro, ambas traducidas por Benjamín Garay. Una de Emecé Editores (Buenos Aires, 1943) y otra de la Biblioteca Ayacucho (Caracas, 1977). Las senzalas son los lugares donde se alojaban los esclavos en las antiguas haciendas o las casas señoriales.

[3] Referencia a la canción compuesta por Chico Buarque y Ruy Guerra Não existe pecado ao sul do Equador. Puede ver la letra y escuchar la canción en: http://letras.terra.com.br/chico-buarque/86006/

--------------------------------------------------------------------------------

Fuente: http://www.viapolitica.com.br/anima_view.php?id_anima=65

Artículo original publicado el 12 de mayo de 2008

Omar L. de Barros Filho es editor de ViaPolitica y miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Àlex Tarradellas y Juan Vivanco son miembros de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a sus autores y la fuente.

Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=5426&lg=es

jeudi 3 juillet 2008

A injustiça e a desordem

Luiz Fernando Veríssimo
O Globo

Quando Goethe disse que preferia a injustiça à desordem, a Europa recém fora sacudida pela revolução francesa e enfrentava outro terremoto, o bonapartismo em marcha. Sua opção não era teórica, era pela específica velha ordem que os
novos tempos ameaçavam. Por mais injusta que fosse, a velha ordem era melhor do que as paixões incontroláveis libertadas pela revolução.

Mas a frase de Goethe atravessou 200 anos, foi usada ou repudiada por muitos, na teoria ou na prática e em vários contextos, e chega aos nossos dias mais atual do que nunca. Você não pode pensar na questão agrária brasileira, por exemplo, sem cedo ou tarde ter que se perguntar se prefere a justiça ou a ordem.

A injustiça no caso é flagrante e escandalosa. Mesmo que se aceite todas as teses sobre o desvirtuamento do movimento dos sem-terra e se acate a demonização dos seus líderes, militantes e simpatizantes, a dimensão do movimento é uma evidência literalmente gritante do tamanho da iniqüidade fundiária no Brasil, que ou é uma
ficção que milhares de pessoas resolveram adotar só para fazer barulho ou é uma vergonha nacional. A iniqüidade que criou essa multidão de deserdados no país com a maior extensão de terras aráveis do mundo é a mesma que expulsou outra multidão para as ruas e favelas das grandes cidades, deixando o campo despovoado para o latifúndio e o agronegócio predatório.

A demora de uma reforma agrária para valer, tão prometida e tão adiada, só agrava a exclusão e aumenta a revolta.

Quem acha que desordem é pior do que injustiça tem do que se queixar, e a que recorrer. As invasões e manifestações dos sem-terra se sucedem e assustam. Proprietários rurais se mobilizam e se armam, a violência e o medo aumentam, a reação se organiza. Agora mesmo no Rio Grande do Sul, enquanto endurece a repressão policial às ações do MST, um documento do Ministério Público estadual prega a criminalização de vez do movimento, caracterizando-o como uma guerrilha que ameaça a segurança nacional, com ajuda de fora. É improvável que uma maioria de promotores
de justiça do estado, transformados em promotores de ordem acima de tudo, tivesse abonado o documento como estava redigido, com seu vocabulário evocativo de outra era. Mas ele dá uma idéia da força crescente do outro lado da opção definidora, dos que escolheram como Goethe.

O mistério sagrado do capital

Julian Gough

A idéia da economia como sendo uma religião não é nova. Como apontou Max Weber, os primeiros protestantes viam o sucesso econômico como um sinal de Deus de que alguém era celestialmente eleito. Foi um pequeno passo passar disso a buscar o sucesso para assegurar a salvação. O capitalismo, como disse Walter Benjamin, pegou discretamente a Reforma Protestante e substituiu a religião por si mesmo: ele se tornou uma religião, a religião ocidental. Logo, quando o protestantismo chegou aos Estados Unidos, em sua forma mais pura, o capitalismo fez o mesmo: as Américas espanholas católicas nunca prosperaram economicamente, diferentemente da América do Norte anglo-saxã protestante.

Mas as religiões evoluem, e os eventos recentes mostram que o capitalismo começou a evoluir menos como os tentilhões de Galápagos (cujos bicos se ajustaram ao longo de milênios para se adequar às bagas de sua ilha individual), e mais como o Incrível Hulk. O capitalismo Incrível Hulk pode expandir seus músculos de crédito tão rapidamente que suas roupas de ativos do mundo real não podem se expandir rápido o suficiente para contê-los. Expansão, explosão, colapso - o capitalismo Incrível Hulk cai, atordoado e encolhido de novo, nos trapos de seus ativos. Ou, retornando à nossa analogia religiosa, se o capitalismo fosse uma religião, ela agora seria um culto pseudocientífico prazerosamente demente.

O capitalismo Incrível Hulk está para o capitalismo de Adam Smith como a Cientologia está para cristianismo de Cristo. Tanto as altas finanças modernas quanto a Cientologia usam a linguagem e instrumentos da ciência para fins que são religiosos, não científicos. Ambos atendem uma necessidade, um anseio que as antigas formas de religião e capitalismo não mais atendem. A necessidade de um poder misterioso maior do que nós, no qual possamos acreditar. Ele precisa ser poderoso - mas também deve ser misterioso. E o mistério vem desaparecendo do mundo cada vez mais rápido, desde Galileu.

Nós sabemos do que são feitas as estrelas e podemos computar seu curso pelos céus pelos próximos 10 mil anos. Nós podemos explicar as tempestades e inundações que antes eram evidência da ira de Deus. Mas à medida que o avanço da ciência removeu o mistério divino de grande parte da vida, o avanço do capitalismo de livre mercado o devolveu. Apenas a economia moderna pode atualmente fornecer forças que não entendemos. E precisamos disso em nossas vidas.

De Adam Smith até o presente se passaram pouco mais de 200 anos. O Islã, o cristianismo e as religiões do Oriente levaram muito mais tempo para cobrir territórios bem menores. Por que o capitalismo moderno acelerou repentinamente, de forma explosiva, sua disseminação nos últimos 30 anos?

Para um sistema substituir sem derramamento de sangue outro sistema entrincheirado, o novo deve oferecer alguma melhoria significativa. E deve oferecê-la a todos. A religião de Abraão e Moisés não explodiu pelo mundo até que Paulo decidiu tornar a versão do judaísmo pregada por Jesus aberta a todos, independente de seu nascimento. Da mesma forma, o capitalismo à moda antiga era incapaz de se tornar uma religião universal, porque não oferecia esperança de salvação para todos. Apenas aqueles nascidos em uma elite de proprietários de terras e donos de capital podiam ter acesso ao capital. Mas o recente aumento do capital de risco abriu o capitalismo a todos e finalmente o tornou uma religião potencialmente universal.

Apenas mais uma mudança era necessária, e ela veio em 1971. Pois enquanto o dinheiro precisava ser apoiado pelo ouro, a economia estava enraizada no mundo material (da mesma forma que o cristianismo era apenas uma filosofia interessante enquanto Cristo estava vivo). O abandono do padrão ouro foi a crucificação e ressurreição do capitalismo; o evento traumático e libertador que permitiu ao capitalismo ser puramente religioso e totalmente movido pela fé. E como todas as religiões, assim que seu elo com o mundo físico foi partido, o capitalismo de livre mercado lamentou brevemente, então experimentou um aumento de energia e expansão.

Em uma explosão dos mercados de crédito, gastos geradores de déficit e dinheiro baseado em fé, ele subjugou os soviéticos e chineses e sacudiu as sociedades islâmicas até suas raízes. Ele se expandiu mais longe e mais depressa que o Islã após a morte de Maomé. O Fundo Monetário Internacional e o Banco Mundial enviaram seus missionários para cada país. E sua língua agora substituiu o latim como língua universal, falada por uma casta sacerdotal sombria, vestida de preto, mas expressa sem o entendimento das pessoas comuns.

As pessoas precisam disso, elas anseiam por mistérios, um sacerdócio, xamãs em contato com grandes forças. E as altas finanças modernas, como o latim da igreja cristã, têm mistérios profundos em seu âmago. Nem mesmo banqueiros sabem o que realmente é uma obrigação de débito colateralizada ao cubo.

Enquanto antes o mistério essencial estava contido na frase "fiat lux" - que haja luz - ele agora está contido na frase "fiat money" (moeda fiduciária). O dinheiro, essa coisa sem peso, esse espírito que está em toda parte e em lugar nenhum: este nada em tudo, é o Espírito Santo do capitalismo. E seu toque pode transformar você nesta vida, dando a ele uma grande vantagem sobre religiões anteriores, que oferecem apenas consolo na próxima. Um banco com uma base de capital de US$ 10 bilhões pode emprestar US$ 100 bilhões. Mas com esse dinheiro, as pessoas constroem casas reais, dirigem carros reais, comem pão real e bebem vinho real. Este não é um ato de criação? Não é um mistério digno de Deus?

Um banqueiro pode fazer um empréstimo de US$ 1 bilhão para uma empresa de mineração. Este dinheiro baseado em fé, apoiado por nada, transferido eletronicamente, é usado para transformar colinas em buracos. A mineradora envia o minério resultante para todo o mundo. Nós vivemos na primeira era em que a fé pode literalmente mover montanhas.

Os críticos do capitalismo de consumo se desesperam diante da tolice das massas, que compram o que querem embalado como se fosse o que precisam. Mas este é um entendimento equivocado da transação. Nós rezamos com nosso dinheiro, que é apoiado por nada a não ser fé, e um milagre acontece - nossas cestas se enchem de bens, muito mais coisas do que poderíamos produzir ou cultivar nós mesmos. Em todas as outras religiões, você vai ao templo e dá aos guardiões alimentos que você cultivou com dificuldade. Sob esta nova religião melhorada, o templo dá alimento a você. O que acontece, toda vez que realizamos compras, é um milagre semelhante ao dos pães e peixes.

Muitos falam sobre as desigualdades do capitalismo moderno. Mas a verdade é mais sutil e estranha. O cristianismo antes pregava a igualdade do homem, mas não conseguiu encontrar um modo de tornar real a visão. O comunismo tentou e fracassou em impor a igualdade a nós. Mas apenas nosso capitalismo moderno, excitável, baseado na fé, conseguiu este grau de uniformidade e igualdade. A Ikea, com suas cadeiras de US$ 10, está proporcionando não apenas o céu cristão, mas também o comunista: todos iguais, sentados nas mesmas cadeiras, iluminados pelos mesmos abajures, em todo o mundo.

Fonte
Julian Gough conquistou o prêmio BBC National Short Story em 2007
Tradução: George El Khouri Andolfato
Visite o site do Prospect

mercredi 2 juillet 2008

¿Puede Argentina aprender de Brasil?


Joaquín Mirkin
¿Cómo se explica que, ante a un mundo de alimentos y commodities caros, dos países agroexportadores repletos de recursos naturales como Brasil y Argentina tengan resultados económicos y empresariales tan diferentes?

(Desde Madrid) LA REVISTA THE ECONOMIST RESPONDÍA a este interrogante con inteligencia ilustrando el cuento de la carrera entre la liebre y la tortuga: la liebre (Argentina) corría tan deprisa que terminaba cayéndose por el precipicio. La tortuga (Brasil) avanzaba lentamente, poco a poco, pero a paso firme y seguro.

Esto es lo que ha ocurrido desde el triunfo de Néstor Kirchner y Lula Da Silva en 2003: Argentina ha crecido a tasas asiáticas, a una media del 8-9 por ciento del PIB. Brasil, en cambio, lo ha hecho muy por debajo el 4-5 por ciento, pero atrayendo inversión extranjera, y controlando la inflación.

“Ambos países se benefician de la nueva era de los commodities caros, pero Brasil está aprovechando mucho más el nuevo contexto económico global”

La previsión es que Brasil crezca este año un 4,8 por ciento, mientras que Argentina lo hará a un 6 por ciento, pero con una importante salvedad: mientras la inflación real en Argentina alcanza el 30 por ciento anual (según los analistas argentinos más prestigiosos, pero es de un 10 por ciento de acuerdo con las estadísticas oficiales del Indec, el Instituto Nacional de Estadística), en Brasil, la inflación real rozará el 4 por ciento anual. Mientras en Brasil, las empresas se internacionalizan y ganan mercados, se reduce la pobreza y se incorpora a millones de personas a la clase media, en Argentina se vive un conflicto entre el sector agroexportador y el gobierno central que lleva ya más de 100 días y la pobreza aumenta.

BRASIL APROVECHA LA OPORTUNIDAD

“Argentina sigue retenida en el pasado, sin encontrar el equilibrio y huérfana de canales institucionales efectivos para resolver sus conflictos”

Mi opinión es la siguiente: los dos países se benefician de la nueva era de los commodities caros, pero Brasil está aprovechando mucho más que Argentina el nuevo contexto económico global, que llegó para quedarse por un buen tiempo.

Está claro que Lula tiene una estrategia de crecimiento que busca transformar a Brasil en una potencia política, económica y empresarial a nivel internacional a medio y largo plazo, lo que otorga mayor previsibilidad al país, mientras que Argentina sigue retenida en el pasado, sin poder encontrar el equilibrio y es huérfana de canales institucionales efectivos para resolver sus conflictos, desaprovechando la enésima oportunidad.

“La deuda neta de Brasil está pagada y tiene amplio acceso a los mercados de capitales internacionales”

Así lo demuestran los más de 100 días que lleva el enfrenamiento entre el campo y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, un hecho que ha dejado atónitos a los medios más prestigiosos del mundo que cubren el (innecesario) conflicto, incapaces de entender qué es lo que sucede en el país austral, donde el sector agroexportador es uno de los más competitivos del mundo, pero el país pierde mercados.

Argentina, por su activo humano altamente capacitado y por sus recursos naturales, debería estar hoy mucho mejor que Brasil, o, incluso, que Chile; debería ser la Australia del cono sur.

LOS FRUTOS DEL EQUILIBRIO

Brasil acaba de recibir el investment grade para sus emisiones de divisas, según Standard & Poor´s. La agencia Fitch subió la calificación de crédito de Brasil un escalón, a BBB-, desde BB+.

“El Real se ha valorizado como resultado de la lluvia de dólares en inversión extranjera directa y en exportaciones de commodities”

Para los analistas en São Paulo, la clave ha estado en las reformas financieras. Brasil ha otorgado independencia a su banco central, dejando que el tipo de cambio flote de acuerdo a las leyes del mercado para ubicarse hoy en el 1,60 Reales por dólares estadounidenses. El Banco Central de Brasil, a diferencia del argentino, no regula los mercados de divisas de forma arbitraria, y la prueba está en que el Real se ha valorizado, pese a la resistencia de los industriales, y lo ha hecho como resultado de la lluvia de dólares en inversión extranjera directa y en exportaciones de commodities que está viviendo el país.

Argentina, en cambio, ha seguido una política económica menos ortodoxa que ha servido, desde mi punto de vista, para recuperar al país de la crisis de 2001-2002, pero que no puede ser eterna.

“Según el gobierno argentino, las retenciones a las exportaciones le han permitido mantener su superávit y distribuir el ingreso. Pero esto no es del todo cierto”

Cristina Fernández de Kirchner debe imprimir un cambio de rumbo urgente, priorizando en la institucionalidad y en la sostenibilidad del crecimiento, ofreciendo una mayor seguridad jurídica a las inversiones. Pero la pretensión de aumentar aún más la recaudación a través de retenciones móviles a las exportaciones ha desatado una ola de protestas que ha puesto en cuestionamiento el modelo económico kirchnerista en su conjunto, con una inflación, siempre regresiva, que se desborda y afecta a los más pobres.

El Banco Central de Argentina ha estado comprando dólares para mantener su valor por encima de los 3 pesos argentinos por dólar y ganar de este modo competitividad. Se trata de unos de los pocos países del mundo, si no el único, donde el dólar tiene un alto valor. De este modo, y gracias a la subida espectacular de los commodities, Argentina ha crecido a tasas asiáticas, con altos niveles de consumo interno. Según el gobierno argentino, las retenciones a las exportaciones le han permitido mantener su superávit y distribuir el ingreso. Pero esto no es del todo cierto.

LAS EMPRESAS BRASILERAS SE INTERNACIONALIZAN

“Brasil ha recibido 35 mil millones de dólares de inversión extranjera directa en 2007; Argentina, 5 mil millones, detrás de Chile, que recibió el triple”

Brasil, con un esquema más ortodoxo y austero de control del gasto público, y de fuerte apoyo a sus empresas, sin retenciones, ha logrado reducir la pobreza, con políticas económicas que han apostado por el crecimiento lento, pero seguro. De este modo, el país se ha ganado la confianza del mundo entero y ha mejorado su reputación internacional. Argentina ha seguido un camino inverso y está pagando el precio.

Los hechos hablan por sí solos: Brasil ha recibido 35 mil millones de dólares de inversión extranjera directa durante 2007, según datos de la Cepal; Argentina, 5 mil millones, muy por detrás de Chile, que recibió el triple: 15 mil millones de dólares. El mercado premia la previsibilidad.

Brasil cuenta con escala, y con empresas fuertes y competitivas, que se internacionalizan con el apoyo del Banco de Desarrollo.

“Pocas empresas argentinas buscan ser multilatinas. En cambio, una decena de brasileras cuentan ya con operaciones globales” y ganan mercados en todo el mundo, como Embraer (Defensa), Petrobras (Petrolera), Marfrig (Frigoríficos), Sadia (Alimentación), Vale de Rio Doce (Minería). Embraer, por ejemplo, construye aviones en China y vende a todo el mundo. Petrobras acaba de realizar uno de los mayores descubrimientos de petróleo offshore, a unos 275 kilómetros de la costa de São Paulo, y se ha transformado en la petrolera más eficiente en exploraciones marítimas, gracias a la inversión en tecnología. El grupo brasilero Marfrig compró hace pocos meses 8 frigoríficos en Argentina y 4 en Uruguay, incluyendo los de Quickfood. Marfrig se ha transformado en el cuarto frigorífico del mundo, y acaba de comprar el grupo OSI (proveedor de McDonald’s) por 680 millones de dólares para nuevas operaciones en Brasil y en ciertos países de Europa, con lo que su facturación pasaría de 3 mil millones de dólares a 5 mil millones. “En Argentina la inflación desbordada afecta a los más necesitados” Se trata de un claro ejemplo de internacionalización de empresas en áreas competitivas.

Se calcula que desde 2002 Brasil ha invertido más de 8.000 millones de dólares en empresas argentinas de calzado, textiles, alimentos, construcción, petróleo y bebidas. Cervecería Quilmes, Perez Companc, Loma Negra (Cemento), Acindar (Acero), Alpargatas, Quickfood y Swift Armour, entre otras, son hoy brasileras. Salvo el grupo Techint (construcción e infraestructuras) y Arcor (alimentación), pocas empresas argentinas buscan ser multilatinas. En cambio, una decena de empresas brasileras cuentan ya con operaciones globales.

EL PRINCIPAL PROBLEMA SE LLAMA INFLACIÓN

Sin duda, la pobreza y la distribución del ingreso son muy graves en ambos países, y lo son en mayor medida en Brasil. Pero Brasil está dando respuestas más eficaces y aprovecha la oportunidad con inteligencia. El principal problema que enfrenta hoy la región se llama inflación, siempre regresiva y que afecta a los más pobres.

“Brasil incorporó más de 40 millones de personas a las clases medias, en el periodo 2000-2005″

Es interesante observar cómo los países gobernados por izquierdas más pragmáticas, como Brasil, Chile y Perú, tienen una inflación baja, más o menos controlada, mientras que las izquierdas populistas enfrentan serios problemas de alza de precios.

Si bien Argentina ha reducido espectacularmente la pobreza desde la crisis de 2001-2002, la inflación desbordada afecta hoy a los más necesitados y retrotrae el numero de pobres al 30 por ciento, aunque no hay cifras fidedignas al respecto.

Según estimaciones de la consultora McKinsey, Brasil incorporó más de 40 millones de personas a las clases medias, en el periodo 2000-2005, sacando de la pobreza a unas 8 millones de familias de la pobreza, gracias a políticas integrales acertadas.

LA GRANJA DEL MUNDO

“Emilio Botín: Lula nos ha enseñado que el éxito también puede ser latinoamericano”

José Juan Ruiz Gómez, economista jefe y director de estrategia de la división América del Grupo Santander, dice que Brasil no es la revolución, pero da resultados: Brasil ha logrado un espectacular despegue de su economía, la confianza del capital internacional y un protagonismo creciente de sus empresas en el mundo.

Michael Redi, editor para las Americas de The Economist, afirma que China es hoy el taller del mundo, India su oficina, y Brasil es la granja del mundo… Pero, ¿y Argentina?

En su última visita a Madrid, Lula estaba feliz. Emilio Botín, presidente del Grupo Santander, fue muy claro, y afirmó: Lula nos ha enseñado que el éxito también puede ser latinoamericano. Yo me pregunto con envidia: ¿Por qué el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no acierta en el rumbo como lo está haciendo Lula en Brasil?

Sobre el autor
Joaquín Mirkin

Director Ejecutivo de la Fundación Safe Democracy. Es experto en Comunicación Política e Institucional. Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, ha realizado un Master en Relaciones Internacionales y Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid y otro Master en Comunicación Política e Institucional del Instituto Ortega y Gasset de Madrid. Ha trabajado los últimos 9 años en Periodismo (en el diario Página/12 de Buenos Aires), en Comunicación y Relaciones Institucionales, con énfasis en la construcción de comunidades. Reside desde hace seis años en Madrid.

Fonte
http://spanish.safe-democracy.org/2008/06/25/el-exito-tambien-puede-ser-latinoamericano/

O desafio socialista de Einstein

Escrito em 1949, o ensaio “Por que o socialismo?” de Albert Einstein, o maior gênio da ciência no século XX, guarda toda a sua atualidade. A crítica do sistema capitalista, associado à fase predatória do desenvolvimento da humanidade, se faz em termos que aproxima muito o argumento de Einstein do de Marx: economia planetária assentada na desigual distribuição das riquezas, anarquia econômica, exploração dos que trabalham, geração contínua de crises de super-produção e deturpação ética dos indivíduos.

Ao final, Einstein coloca o desafio da construção de um socialismo democrático no centro do futuro da humanidade já que “uma economia planificada pode ser acompanhada pela completa escravização do indivíduo”.

O ensaio foi publicado em livro, editado pela Brasiliense em 1983 e organizado e prefaciado pelo físico brasileiro Mário Schemberg , sob o título “Albert Einstein. Pensamento político e últimas conclusões.”

Por que o socialismo?
É aconselhável para quem não é especialista em assuntos econômicos e sociais expressar seus pontos de vista sobre o socialismo? Creio que sim, por uma série de razões.

Consideremos primeiro a questão do ponto de vista do conhecimento científico. Pode parecer que não há diferenças metodológicas essências entre Astronomia e Economia: os cientistas de ambos os campos tentaram descobrir leis de aceitação geral para um grupo circunscrito de fenômenos para tornar a interconexão desses fenômenos mais facilmente compreensível. Mas na realidade estas diferenças metodológicas existem. A descoberta de leis gerais no campo da Economia é dificultada pela circunstância de que os fenômenos econômicos observados são frequentemente afetados por múltiplos fatores, muito difíceis de serem avaliados separadamente. Além disso, a experiência acumulada desde o início, o chamado período civilizado da história humana, tem sido - como é bem conhecido - grandemente influenciada e limitada por causas que não são, de forma alguma, exclusivamente de natureza econômica. Por exemplo, a maioria das mais importantes nações da história devem a sua influência à conquista. Os povos conquistadores se estabeleceram, legal e economicamente, como a classe privilegiada do país conquistado. Arrebataram para si mesmos o monopólio da propriedade da terra e constituíam a classe sacerdotal com membros de suas próprias camadas. Os sacerdotes, exercendo o controle da educação, tornaram a divisão de classes da sociedade numa instituição permanente e criam um sistema de valores pelo qual o povo passou a ser, dali em diante, guiado, em grande parte inconscientemente, no seu comportamento social.

Mas a tradição histórica é, por assim dizer, coisa de ontem; em parte alguma conseguimos realmente sobrepujar o que Thorstein Veblen denominou de “fase predatória” do desenvolvimento humano. Os fatos econômicos observáveis pertencem a essa fase e até mesmo as leis que podemos inferir deles não são aplicáveis a outras fases. Uma vez que o propósito real do socialismo é precisamente sobrepujar e ultrapassar a fase predatória do desenvolvimento humano, a ciência da Economia em seu estado atual pouca luz pode lançar sobre a sociedade socialista do futuro.

Em segundo lugar, o socialismo dirige-se a um fim sócio-ético. A Ciência, porém, não pode criar fins, e menos ainda instila-los nos seres humanos. A ciência, na melhor das hipóteses, pode suprir os meios pelos quais certos fins podem ser alcançados. Mas os fins em si mesmos não são determinados por personalidades com elevados ideais éticos e - se esses fins não são nati-mortos, mas vitais e vigorosos - são adotados e levados adiante pelos inúmeros seres humanos que, meio inconscientemente, determinam a lenta evolução da sociedade.

Por estas razões devemos nos pôr em guarda para não superestimar a Ciência e os métodos científicos, quando se trata de uma questão de problemas humanos; e não devemos presumir que os técnicos são os únicos que têm o direito de se expressar sobre questões que afetam a organização da sociedade.

Indivíduo e sociedade
Inúmeras são as vozes que se têm levantado, há algum tempo já, advertindo que a sociedade humana está passando por uma crise, e que sua estabilidade foi perigosamente abalada. É característico de uma situação assim que os indivíduos se sintam indiferentes, ou mesmo hostis, em relação ao grupo, pequeno ou grande, a que pertencem. Para ilustrar meu pensamento, quero recordar aqui uma experiência pessoal.

Discutia recentemente com um homem inteligente e de boa vontade, a ameaça de uma nova guerra, a qual na minha opinião, poria em grave perigo a existência da humanidade. Observava eu que somente uma organização supranacional poderia oferecer proteção contra semelhante perigo. Nesse ponto meu visitante, muito calma e friamente, me respondeu: “Por que você se opõe tão intensamente ao desaparecimento da raça humana?”

Estou certo de que apenas um século atrás ninguém teria tão obviamente feito uma insinuação como essa. É a declaração de um homem que lutara em vão para atingir um equilíbrio dentro de si mesmo e que havia praticamente perdido a esperança de consegui-lo. É a expressão de uma solidão e de um isolamento dolorosos que tantas pessoas sofrem hoje em dia. Qual é a causa? Haverá uma solução?

É fácil fazer estas perguntas, mas difícil respondê-las com um mínimo de certeza. Devo tentá-lo, no entanto, da melhor maneira possível, embora esteja muito consciente do fato de serem os nossos sentimentos e esforços frequentemente contraditórios e obscuros e de que não podem ser expressos por meio de fórmulas fáceis ou simples.

O homem é simultaneamente um ser solitário e um ser social. Como ser solitário, tenta proteger sua própria existência e a daqueles que lhe são chegados, para satisfazer seus desejos pessoais e para desenvolver suas habilidades inatas. Como ser social, busca conquistar o reconhecimento e o afeto dos outros seres humanos, compartilhar dos seus prazeres, confortá-los nas suas tristezas, e melhorar suas condições de vida. Somente a existência desses esforços diferentes e muitas vezes conflitantes respondem pelo caráter especial do homem, e a combinações específica desses esforços determina até que ponto cada indivíduo consegue atingir equilíbrio interior e contribuir para o bem-estar da sociedade. É bem possível que a força relativa desses dois estímulos seja, em sua maior parte, determinada pela herança. Mas a personalidade que finalmente emerge é amplamente formada pelo ambiente em que o homem se encontra durante o seu desenvolvimento, pela estrutura da sociedade em que ele cresce, pela tradição dessa sociedade pelo apreço dessa sociedade por determinados tipos de comportamento. O conceito abstrato “sociedade” significa para o indivíduo a soma total de suas relações diretas e indiretas com seus contemporâneos e com todas as pessoas das gerações anteriores. O indivíduo é capaz de pensar, sentir, esforçar-se, e trabalhar por si mesmo. Mas depende tanto da sociedade em relação à sua existência física, intelectual e emocional, que é impossível pensar nele ou entendê-lo fora do contexto da sociedade. É a “sociedade” que fornece ao homem a comida, a roupa, o lar, as ferramentas de trabalho, a linguagem, as formas de pensar e a maior parte do conteúdo do pensamento. Sua vida se torna possível através do trabalho e das realizações de muitos milhões de pessoas, passadas e presentes, que estão todas ocultas atrás da pequena palavra “sociedade”.

É evidente, portanto, que a dependência do indivíduo em relação à sociedade é um fato da Natureza que não pode ser eliminado - tal como no caso das formigas e abelhas. Contudo, ao passo que todo o processo de vida das formigas e das abelhas é determinado, até o mais ínfimo detalhe, por instintos hereditários rígidos, o padrão social e o inter-relacionamento dos seres humanos são muito variáveis e suscetíveis de mudança. A memória, a capacidade de fazer novas combinações, o dom de comunicação oral tornaram possível desenvolvimentos entre os seres humanos que não são ditados pelas necessidades biológicas. Tais desenvolvimentos se manifestam em tradições, instituições e organizações; na literatura; nas realizações científicas e de engenharia; nas obras de arte. Isso explica como acontece que, em certo sentido, o homem possa influenciar a sua vida por meio de sua própria conduta, e que nesse processo o pensamento e o querer conscientes possam desempenhar sua parte.

Comunidade planetária
O homem adquire ao nascer, pela hereditariedade, uma constituição biológica que devemos considerar fixa e inalterável, incluindo estímulos naturais que são característicos da espécie humana. Além disso, durante a vida, o homem adquire a constituição cultural que adota da sociedade através da comunicação e através de muitos outros tipos de influências. É essa constituição cultural que, com o passar do tempo, está sujeita a mudanças e que determina em grande parte o relacionamento entre o indivíduo e a sociedade. A Antropologia moderna nos ensina, através da investigação comparativa das chamadas culturas primitivas, que o comportamento social dos seres humanos pode diferir enormemente, dependendo dos padrões culturais que prevalecem e dos tipos de organização que predominam na sociedade. É nisto que os que se esforçam para melhorar a sorte do homem podem fundamentar suas esperanças: os seres humanos não estão condenados, devido à sua constituição biológica, a se aniquilarem uns aos outros, nem a ficarem à mercê de um destino cruel e auto-infringido.

Se nos perguntarem como a estrutura da sociedade e a atitude cultural dos homens deveriam mudar para tornar a vida humana tão satisfatória quanto possível, deveremos estar permanentemente conscientes do fato de haver certas condições que somos incapazes de modificar. Como já foi mencionado antes, a natureza biológica do homem não está, para todos os fins práticos, sujeita a mudança. Além do mais, os desenvolvimentos tecnológicos e demográficos dos últimos séculos criaram condições irreversíveis. Em populações estabelecidas e de relativa densidade demográfica, com os bens que são indispensáveis à continuação de sua existência, são absolutamente necessários uma rígida divisão de trabalho e um esquema produtivo altamente centralizado. O tempo – que, ao olharmos para o passado, nos parece tão idílico – em que indivíduos ou grupos relativamente pequenos podiam ser completamente auto-suficientes já passou. Não é exagero dizer que a humanidade se constitui, neste momento, numa comunidade planetária de produção e consumo.

Cheguei ao ponto, agora em que posso indicar sucintamente o que para mim constitui a essência da crise de nossa época. Diz respeito ao relacionamento do indivíduo com a sociedade. O indivíduo tornou-se mais consciente do que nunca da sua dependência da sociedade. Mas ele não experimenta essa dependência como uma qualidade positiva, como uma ligação orgânica, como uma força protetora, e sim como ameaça a seus direitos naturais, ou até à sua existência econômica. Além do mais, sua posição na sociedade é tal que os impulsos egoísticos de sua constituição estão constantemente sendo acentuados, ao passo que seus impulsos sociais, que são mais fracos por natureza, deterioram-se progressivamente. Todos os seres humanos, qualquer que seja sua posição na sociedade, estão sofrendo desse processo de deterioração. Prisioneiros, sem o saber, de seu próprio egocentrismo, sentem-se inseguros, solitários e desprovidos do ingênuo, simples e despojado prazer de viver. O homem pode encontrar significado na vida, curta e perigosa como é, somente através do devotamento à sociedade.

Anarquia capitalista
A anarquia econômica da sociedade capitalista, como existe hoje em dia, é, na minha opinião, a verdadeira origem do mal. Vemos diante de nós uma enorme comunidade de produtores, cujos membros estão incessantemente esforçando-se por arrebatar, uns dos outros, os frutos do seu trabalho coletivo – não pela força, mas em geral pela fácil obediência a regras legalmente estabelecidas. A esse respeito é importante perceber que os meios de produção – isto é, toda a capacidade produtiva necessária para produzir bens de consumo assim como outros bens de capital – podem ser legalmente, e na maior parte dos casos são, propriedade privada de indivíduos.

Para simplificar, na discussão que segue, chamarei de “trabalhadores” a todos aqueles que não compartilham da posse dos meios de produção – embora isso não corresponda ao uso habitual do termo. O proprietário dos meios de produção está em condições de comprar a capacidade de trabalho do trabalhador. Usando os meios de produção, o trabalhador produz novos bens, que se tornam propriedade do capitalista. O ponto essencial desse processo é a relação entre o que o trabalhador produz e o que ele recebe como pagamento, medidos ambos em termos de valor real. Na medida em que o contrato de trabalho é “livre”, o que o trabalhador recebe é determinado não pelo valor real dos bens que ele produz, mas pelas suas necessidades mínimas e pelas exigências dos capitalistas quanto à força de trabalho em relação ao número de trabalhadores que competem pelos empregos. É importante entender que mesmo em teoria o pagamento do trabalhador não é determinado pelo valor que ele produz.

O capital privado tende a concentrar-se em poucas mãos, em parte devido à competição entre os capitalistas e em parte devido ao desenvolvimento tecnológico e à crescente divisão de trabalho, que encoraja a formação de maiores unidades de produção em detrimento das menores. O resultado desses desenvolvimentos é uma oligarquia de capital privado cujo enorme poder não pode ser eficazmente controlado, mesmo numa sociedade política organizada democraticamente. Isto é assim, já que os membros dos corpos legislativos são escolhidos por partidos políticos, extensamente financiados ou influenciados por outros meios pelos capitalistas privados que, para todos os fins práticos, separam o eleitorado da legislação. A conseqüência é que os representantes do povo (deputados) de fato não protegem suficientemente os interesses dos setores menos privilegiados da população. Além do mais, nas condições vigentes, direta ou indiretamente, controlam as principais fontes de informação (a imprensa, o rádio, a educação). Assim, é extremamente difícil, e na realidade praticamente impossível, na maioria dos casos, que o indivíduo, como cidadão, chegue a conclusões objetivas e faça uso inteligente de seus direitos políticos.

A situação que prevalece numa economia baseada na propriedade privada do capital é, portanto, caracterizada por dois princípios fundamentais: primeiro, os meios de produção (capital) são propriedade privada e os proprietários dispõem deles a seu bel-prazer; segundo, o contrato de trabalho é livre. Naturalmente não existe o que se possa chamar de sociedade capitalista pura, no sentido absoluto. Em particular, deve-se notar que os trabalhadores, através de longas e amargas lutas políticas, conseguiram assegurar uma forma melhorada de “contrato livre de trabalho” para certas categorias de trabalhadores. Mas, considerada como um todo, a economia dos dias atuais não difere muito do capitalismo “puro”.

A produção é levada adiante visando o lucro, não a utilidade. Não se prevêm as condições para que todos os que são capazes e desejosos de trabalhar encontrem sempre emprego. Existe quase sempre um “exército de desempregados”. O trabalhador vive no constante temor de perder o seu emprego. Já que os trabalhadores desempregados e os mal pagos não fornecem um mercado lucrativo, a produção dos bens de consumo é restringida e grandes dificuldades da vida são a conseqüência. O progresso tecnológico frequentemente resulta em maior desemprego, em lugar de facilitar a carga de trabalho para todos. O motivo de lucro, aliado à competição entre os capitalistas, é responsável por uma instabilidade no acúmulo e na utilização de capital que leva a depressões cada vez mais graves. A competição ilimitada leva a grande desperdício de trabalho e àquela deturpação da consciência social dos indivíduos que já mencionei antes.

Essa deturpação dos indivíduos é o que considero o pior malefício do capitalismo. Todo o nosso sistema de educação sofre deste mal.

Uma exacerbada atitude competitiva é inculcada nos estudantes, que são treinados para adorar o sucesso aquisitivo como preparação para a sua futura carreira.

Por que socialismo?
Estou convencido de que só há um modo de eliminar esses males tão graves, a saber, através do estabelecimento de uma economia socialista, acompanhada por um sistema educacional orientado para objetivos sociais. Numa tal economia, os meios de produção seriam propriedade da própria sociedade e utilizados de forma planificada. Uma economia planificada, que adapta a produção às necessidades da comunidade, distribuiria o trabalho a ser realizado entre todos os que fossem capazes de trabalhar e garantiria o sustento de cada homem, mulher ou criança. A educação do indivíduo, além de promover suas próprias habilidades inatas, tentaria desenvolver nele um senso de responsabilidade por seus semelhantes em lugar da glorificação do poder e do sucesso, como em nossa sociedade atual.

Contudo, é necessário lembrar que uma economia planificada não é socialismo, ainda. Uma economia planificada, por si só, pode ser acompanhada pela completa escravização do indivíduo. Chegar ao socialismo exige a solução de alguns problemas sócio-políticos extremamente difíceis: como é possível, em vista da imensa centralização do poder econômico e político, evitar que a burocracia se torne toda-poderosa e prepotente? Como podem os direitos do indivíduo ser protegidos e com isso assegurar-se um contrapeso democrático para equilibrar o poder da burocracia?

Fonte
Socialismo em discussão
O desafio socialista de Einstein -- Boletim Fundação Perseu abramo no. 97.