lundi 1 septembre 2014

Sefardíes -- judíos y cristianos en España








































Los sefardíes en nuestra historia


Personajes célebres. De izquierda a derecha, tres figuras históricas de origen sefardí: Santa Teresa de Jesús (lienzo de Alonso del Arco, siglo XVII), Maimónides (grabado antiguo) y San Juan de la Cruz (escultura del imaginero José Bonilla Garrido). Fotos: Archivo El Litoral e Internet


Dr. Carlos Rodríguez Mansilla

Generalmente, en los textos de historia, se menciona a los pueblos que dieron origen a España, citando a vascos, celtas, íberos, romanos, vándalos, visigodos, y árabes. Pero no se hace referencia a la fuerte presencia de los sefarditas, hebreos que llegaron a la península hace 2.000 años, en la diáspora provocada por la fuerza por el Imperio Romano, expulsados de su tierra. De Tierra Santa.

Llamaron a España con el nombre de Sefarad, que significa “lugar muy lejano”, y denominaron al río como Ivri (hebreo), o Ebro. Eran descendientes de las tribus de Judá y Leví. Algunos pocos eran cristianos (los primeros cristianos eran hebreos y circuncisos, como Jesús) y la mayor parte conservaba su antigua religión judía. España era la Hispania romana, y la lengua que se hablaba era el latín vulgar, el que hablaba el pueblo, del que derivó el castellano antiguo en el que un descendiente de sefardíes, Miguel de Cervantes Saavedra, escribió El Quijote y que era básicamente el ladino (por latino) hablado por los sefardíes. Esta lengua, que suena tan cervantina, es conservada hasta la actualidad por los sefardíes que habitan Israel.

La primera región de España poblada por los sefardíes hace 20 siglos fue Galicia. Pero también se establecieron en Toledo, Córdoba, Sevilla, Burgos, Extremadura, Cataluña, Navarra, Aragón, Jaén y otras regiones. Luego llegaron los visigodos, y los árabes después.

Ya entre el siglo XII y el XV, muchos sefardíes y cristianos se habían entremezclado por matrimonio. Tal el caso de los antepasados del rey Fernando El Católico, de Aragón, (bisnieto de la bella judía Paloma de Toledo) quien no estaba de acuerdo con la expulsión de los judíos sino que proponía su conversión por el bautismo. El Inquisidor Torquemada forzó el decreto de 1492 que obligaba a todo no cristiano a abandonar España sin bienes ni pertenencias, en tres meses, lo que hizo que muchos sefardíes se bautizaran católicos. El tesorero personal de los reyes católicos Fernando e Isabel fue un sefardí, Isaac Abravanel, uno de los que financió los viajes de Colón. Pidió que se reconsiderara el decreto, y aunque los reyes le ofrecieron seguridad para él y su familia, prefirió el exilio.

Cristianos nuevos y cristianos viejos






































Ya antes de 1492, hubo en España “cristianos viejos” y “cristianos nuevos”, aunque desde hacía siglos las uniones matrimoniales y las conversiones eran una realidad. Así, por ejemplo, las familias más nobles y encumbradas de Aragón y Cataluña estaban emparentadas con sefardíes. Estos se destacaron en las artes y en las ciencias. El confesor de la reina Isabel La Católica era un sefardí bautizado cristiano, Hernando de Talavera. El célebre Maimónides, rabino cordobés, destacado en la medicina y en filosofía, en cuyos trabajos abrevó Santo Tomás de Aquino. Santa Teresa de Jesús (Sánchez de Cepeda y Ahumada), era nieta de sefardíes conversos, doctora de la Iglesia, religiosa, escritora y poetisa. Lo era San Juan de la Cruz, y Pablo de Santa María, obispo de Cartagena y Burgos, (Salomón Ha-Levi) era sefardí bautizado católico. Antonio de Nebrija, Fernando de Rojas, Luis Vives, Fray Bartolomé de Las Casas, el Padre Francisco de Vitoria, el beato Juan de Ávila, Fray Luis de León, Benito Arias Montano, bibliotecario y capellán de Felipe II, Alonso de Ercilla, descendían de sefardíes.

Con el bautismo, los sefardíes pasaron a tener apellidos como Rodríguez o Rodrígues, Pérez o Péres, Santangel, San Martín, Santa Cruz, San Agustín, Bensimón, Benzaquén, Córdoba, Toledo, Toledano, Alcázar, Alemán, Barceló, Barcelona, Barrionuevo, Berenguer, Caballero, Cabeza, Cabra, Cáceres, Cádiz, Carrillo, Chaves, Colombo, Correa, David, Dávila, Delgado, Diez, Duarte, Enríquez, Escalera, Escobar, Escribá, Espíritu Santo, Espinosa, Farias, Fernándes, Ferrando, Ferrer, Ferrera, Fierro, Fuertes, Gallego, Gallo, Gálvez, Gaona, Garcés, García, Garro, Gato, Gerona, Gilabert, Herrero, Iniesta, Izquierdo, Jara, Jaime, Jordán, Julia, La Torre, Lacalles, Lara, Levi, Leyba, Macia, Machado, Marqués, Medina, Nadal, Nájara, Narváez, Navarro, Negrín, Nieto, Noé, Olivera, Oliveros, Olivos, Olmos, Orgaz, Ortega, Osorio, Pacheco, Palma, Pardo, Paredes, Ramírez, Ramos, Rosales, Ros, Saavedra, Sabina, Salgado, Salom, Sánchez, Sánchez de Toledo, Sastre, Talavera, Tejedor, Úbeda, Ulloa, Vaamonde o Bahamonde, Valderrama, Valencia, Valera, Valls, Vaquero, Ventura, Zaragoza, Zorrilla, entre otros citados por José Pardo Hidalgo en un interesante trabajo.

El general Francisco Franco Bahamonde descendía de sefardíes, y salvó de la persecución y la muerte a 60.000 judíos de Europa durante el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial, brindándoles protección diplomática y pasaportes españoles para enviarlos a lugar seguro.

En estas tierras

La gran mayoría de los españoles que arribaron a estas tierras de lo que fue el Virreinato del Río de la Plata descendían de sefardíes bautizados en el catolicismo. A diferencia de la colonización norteamericana, en la que llegaban familias enteras de puritanos europeos, la conquista española fue de hombres solos, jóvenes, solteros y fundamentalmente soldados. Por cierto, a quienes más atrajo esta aventura de cruzar el mar y arriesgarlo todo, no fue a los condes y marqueses con una vida de holganza ya resuelta, sino a los descendientes de “cristianos nuevos”, plebeyos sin fortuna y sin mucho futuro en España. Ya muchos de ellos se habían enrolado en los ejércitos o hacían la carrera de las armas. Llegados a estas tierras, tomaron por mujeres a las indias, con las que se amancebaron en tolerada poligamia (por eso Asunción era llamada “el paraíso de Mahoma”) y tuvieron mucha descendencia: tal el caso de los “mancebos de la tierra” que fundaron Santa Fe.

En el acta fundacional de Buenos Aires figuran muy pocos españoles. La mayoría son mancebos nacidos en Asunción. Algunos de ellos se afincarían en Santa Fe, Córdoba y Tucumán.






































Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de Córdoba y antepasado de Jorge Luis Borges, era un andaluz descendiente de sefardíes. En los apellidos más notables del patriciado cordobés está la huella sefardí: Novillo Corvalán, Centeno Novillo, Becerra Ferrer, Vaca, Ferrer Deheza, Aliaga de Olmos, Nores Martínez, Rey Nores, Mosset de Espanés y otros. Lo mismo puede decirse de famosas familias argentinas como los Anchorena, los Rosas, los Rivadavia y los Saavedra, y de Hernando de Lerma, fundador de Salta.

Esa es, pues, nuestra pertenencia criolla. De esos españoles, de esos indios, y de la mezcla de ambos descendemos quienes tenemos en estas tierras más de cuatro siglos. Por eso es necesario destacar la importancia fundamental del componente sefardí. Porque así como puede decirse con justicia “borrad los sefardíes y os quedaréis sin la historia de España”, podemos afirmar con orgullo sobre nuestras raíces criollas: “borrad a los sefardíes y nos quedaremos sin la historia de la conquista, la primera colonización y el origen mismo de Argentina”.

Fonte:

http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2012/04/13/opinion/OPIN-05.html

O pacto é renovado -- הברית מתחדשות

ברית

Jorge Piñeiro

A תורה torah ensina cal debe ser o estándar de relación co Eterno. E chamamos ese relación de ברית acordo, alianza, pacto. E, así, imos dar un ollo alí no pasado, para aprender sobre a renovación do ברית.

Senaqueribe subiu ao trono asirio en 705 antes da Era Común e tivo que afrontar unha revolta en Babilonia, pero non só alí: todas as provincias do oeste se levantaron. Crían ter chegado o momento da liberación. O Exipto prometeu axudar aos rebelados. A coalición integraba tiro, cidades fenicias; Ascalon e Ecron, cidades filistéias; Moabe, Edom e Amon; e Ezequias, de Xudá, entrou como un dos xefes da revolta. Fortificou súas defensas e preparouse para o ataque de Asiria.

O que non se fixo esperar. Senaqueribe en 701 a.C. atacou tiro e gañou. Despois foi a vez de Biblos, Arvad, Ashdod, Moabe, Edom e Amon, que se entregaron e pagaron tributo a Senaqueribe.

Ascalon, Ecron e Xudá, resistiron. Senaqueribe tomou primeiro Ascalon. Os exipcios tentaron socorrer Ecron e foron derrotados. E foi a vez de Xudá. Senaqueribe tomou 46 cidades fortificadas en Xudá e cercou Xerusalén.


Nos Anais de Senaqueribe se di o seguinte:

"En canto a Ezequias do país de Xudá, que non se tiña sometido ao meu xugo, sitiei e conquistei 46 cidades que lle pertencían. En canto a el, encerrei o en Xerusalén, a súa cidade real, como un paxaro na gaiola".

Non obstante, por motivos descoñecidos, talvez unha peste, levantou o cerco a Xerusalén e volveu para a Asiria. Xerusalén volveu respirar, no último minuto. Pero tivo que pagar tributo aos asirios.

Ao parecer, non se sabe por que Xerusalén se salvou. Pero 2Reis 19.35-37 di que o anxo do Señor atacou o campamento asirio. Existe unha noticia de Heródoto, Historia II, 141, segundo a cal nun enfrontamento cos exipcios os exércitos de Senaqueribe foron atacados por ratos, o que levanta a hipótese de que a peste bubónica que grassado no seu exército.

Para Hermann, estudioso do tema, "pódese considerar que algún feito, acontecido no campamento asirio que apalpaba Xerusalén, teña grazas á partida, pero isto non exclúe que Ezequias enviou o tributo e renovado de xeito ostensivo o tratado de vasallaje, cuxa ruptura provocara a invasión asiria ". (1)

Outra cuestión é se habería unha segunda campaña de Senaqueribe en Palestina. De calquera xeito, segundo os Anais de Senaqueribe, o tributo pagado por Ezequias ao rei asirio foi significativo:

"En canto a el, Ezequias, meu esplendor terrible de soberano o confundiu e enviou detrás de min, en Nínive, a miña cidade señorial, os irregulares e os soldados de élite que tiña como tropa auxiliar, con 30 talentos de ouro, 800 talentos de prata, antimonio escollido, grandes bloques de cornalina, leitos de marfil, butacas de marfil, peles de elefante, marfil, ébano, buxo, toda sorte de cousas, un pesado tesouro, e as súas fillas, mulleres de seu palacio, cantantes, cantantes ; e despachou un mensaxeiro seu dacabalo para entregar o tributo e facer acto de submisión ". (2)


Esta información de acordo coa de 2Reis 18.13-16:

"No décimo cuarto ano do rei Ezequias, Senaqueribe, rei de Asiria, veu para atacar as cidades fortificadas de Xudá e apoderouse delas. Así Ezequias, rei de Xudá, mandou esta mensaxe ao rei de Asiria, en Laquis: 'Cometín un erro! Retírase te de min e aceptarei as condicións que me impuseres '. O rei de Asiria esixiu de Ezequias, rei de Xudá, trescentos talentos de prata e trinta talentos de ouro, e Ezequias entregou toda a prata que se pensaba no Templo de Iaveh e nos tesouros do palacio real. Entón Ezequias mandou retirar o revestimento dos batentes e dos limiares das portas do santuario de Iaveh, que ... rei de Xudá, había recuberto de ouro, e o entregou ao rei de Asiria ".

Con iso, a reforma que Ezequias dera inicio perdeu o rumbo. O seu sucesor Manassés foi un dos peores e máis longos gobernos de Xudá. Foron 55 anos de goberno. Ao final do goberno de Manassés imperialismo asirio comezou a entrar en declive. Era unha época de sincretismo relixioso. Deuses, cultos e costumes se mesturaban, e os asirios temerosos de perderen o poder político, oprimían os cultos nacionais, intentando manter a súa influencia. Tal situación ameazaba o culto ao Eterno. Pero quen protestaba era reprimido.

Manassés foi sucedido polo fillo Amon que acabou asasinado por opositores aos asirios. E foi entronizado, con só 8 anos de idade, o seu fillo יאשיהו Josias, en 640 antes da Era Común. Durante o seu reinado, Xudá alcanzou esperanzadora independencia.

A reforma de יאשיהו Josias e o דברים Devarim

A Asiria viviu seus estertores, afrontando levantes violentos procedentes de varios puntos do imperio. Pobos oprimidos pola extrema violencia asiria levantaron as súas cabezas. Principalmente os babilonios e os medos, artífices da derrocada definitiva de Asiria, entre 626 e 610 aC

Foi un momento especial para Xudá. Houbo un renacemento do nacionalismo e rei יאשיהו deu inicio a unha reforma, descrita en detalle en 2Reis 22.3-23.25 como a súa gran obra política. A reforma comezou ao redor do ano 629 aC, duodécimo do reinado de יאשיהו, que tiña 20 anos de idade.

Aproveitando o debilitamento asirio, יאשיהו recuperou o control sobre as provincias do antigo Reino de Israel, cobrou tributos e mellorou as súas defensas. Fixo unha limpeza xeral no país: cultos e prácticas estranxeiras, introducidos en Xudá baixo a influencia asiria, foron eliminados. A maxia e as adivinhações foron proscritos. Os santuarios do antigo reino de Israel, considerados idólatras, destruídos.

E no templo de Xerusalén foi recuperado un código de leis, o núcleo do actual rolo do דברים Devarim, Deuteronomio como se le en 2Rs 22. Segundo algúns, escrito no reino do norte e levado Xerusalén logo á destrución de Samaria, en 722 antes da Era Común. Segundo outros, escrito en Xerusalén mesmo, durante o goberno de Ezequias, por grupos fuxidos do norte. O rolo do דברים orixinal comprendía os capítulos 12.1-26.15 - un código de leis de renovación do ברית - ornamentado por unha introdución, os actuais capítulos 4.44-11.32, e unha conclusión, os capítulos 26.16-28.68.

Ao ser promulgado por יאשיהו en 622 aC como lei oficial do Estado, o דברים deu vida á reforma, mostrando ao pobo que Judá podía confiar en Deus, porque esa era a promesa davídica. Era preciso revivir as antigas tradicións mosaicas.

O libro de 2Crônicas 34 a 36 narra este que foi dos máis grandes avivamentos probados por Israel, dirixido por יאשיהו (c. 639-609 aC), que morreu, en batalla, aos 39 anos. Aos 16 anos comezou a súa vida espiritual e aos 20 fixo unha reforma no reino de Xudá.

יאשיהו herdou unha nación idólatra, con templos pagáns e bosques dedicados ás divindades assírias e dos pobos veciños: Baal, Milcom, Moloque e Astarote. O pobo estaba perdido e sen rumbo. Pero יאשיהו superou os problemas grazas a dous recursos.

1. A oración, que cumpriu un papel especial no reavivamento. Mozo aínda, יאשיהו comezou a buscar ao Señor (2Crônicas 34.3). Consciente da idolatría existente no seu país loitou contra ese pecado e destruíu todos os altares, segundo o verso 7.

2. Palabra. Ademais da oración, o descubrimento do Libro de דברים, transformouse en lei fundamental para a implantación das reformas, 2Crônicas 34.14-18. Ao escoitar a lectura da Palabra do Señor, o rei humillou-se diante do Eterno, verso 19 Despois, reuniu o pobo e leu ante a multitude a Lei do Señor, verso 30 Isto trouxo unha renovación espiritual.

O que isto nos ensina? Que sen oración e sen מילה palabra non hai renovación do ברית pacto. Así, na renovación do ברית, promovida polo rei יאשיהו, podemos destacar catro movementos:

1. Unha convocatoria á xente para escoitar a מילה
2. O pobo escoitou a מילה
3. O pobo aceptou a מילה
4. Renovou-se o pacto co Eterno por medio dun sacrificio pascal

Conclusión histórica 

A reforma de יאשיהו surtiu efecto? Si. Pero non foi completa. Positiva en xeral tivo súas debilidades. Non atopou liberdade para desenvolverse: foi feita de arriba abaixo, imposta polo goberno, sen base popular máis ampla. As súas medidas priorizaram o aspecto, sen levar a xente a unha reconstrución real do culto ao Eterno. A centralización do culto non deu bos resultados, baleirou a vida e a relixiosidade do pobo. E os acontecementos se precipitaron: יאשיהו morreu cedo, e reforma se perdeu. 

Conclusión teolóxica 

Un verdadeiro movemento de renovación espiritual debe estar conectado á oración e ao estudo das Escrituras. Xa que a palabra do Eterno é restauradora: החוק של אדוני é perfecta e restaurar a alma, Salmos 19.7. 

A מילה palabra actúa de forma poderosa no corazón humano (Jr 23.29). Esa é a renovación do ברית pacto que o Eterno quere que fagamos, que teña por base palabra e oración. 

Citas

(1) Hermann, S., Storia d'Israele. I tempi dell'Antico Testa­mento, Brescia, Queriniana, 1979, p. 347.
(2) Briend, J. et alii., Israel e Judá. Textos do Antigo Oriente Médio, São Paulo, Paulus, 1985, p. 76.